lunes, 7 de marzo de 2011

Dentro de mil años

La iglesia suele tener algunos réprobos que curiosamente, se ponen en las antípodas del pensamiento eclesiástico prácticamente en cualquier tema.

Si se habla de la excesiva y perenne confraternidad de la iglesia con los ricos y poderosos algún párroco sonreirá y nos recordará la teología de la liberación. Si se menciona el antisemitismo de la iglesia nuevamente nos sonreirán y nos mostrarán el reciente párrafo de Benedicto XVI donde reconoce que el asesinato de Jesús, no fue un crimen genérico culpa de todos los judíos de todos los tiempos sino un pecado de algunos grupos presentes en Jerusalén en la época de los apóstoles.

Por eso, estoy seguro que dentro de unos cien, doscientos o quinientos años, cuando la iglesia acepte finalmente el casamiento homosexual, dirán sin sonrojarse que –lejos de oponerse- en la iglesia siempre hubo quienes lucharon por ello.

Hoy nos regala esta posición minoritaria el sacerdote José Nicolás Alessio, expulsado esta semana por la curia cordobesa tras haberse manifestado a favor del matrimonio igualitario.

Alessio es una rara avis, pero dentro de algunos siglos –el reconocimiento de la “no culpabilidad genérica” del pueblo judío les demoró más de 2000 años, así que el apuro sin duda no es uno de los pecados de la iglesia-  será seguramente mencionado como una prueba irrefutable de que la iglesia jamás discriminó a los homosexuales y eventualmente se lo canonizará.

Es muy posible que esto sea algo institucional, es decir: nada parecido a un error o a un alejamiento del dogma, sino hecho con toda la intención. Puede parecernos una broma, pero esta es exactamente la estrategia que usaron -y aún utilizan- los católicos cuando se les reprocha que su iglesia nunca objetó la esclavitud: citan ejemplos tardíos –de los siglos XVI al XVIII- de curas y obispos que SI COMBATIERON LA ESCLAVITUD pretendiendo que olvidemos que los quince siglos anteriores la toleraron.



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