Un
sencillo pescador de Sicilia pescó un enorme salmón que al ser destripado
mostró en sus entrañas un ánfora dentro de la cual se encontraba un manuscrito escrito
en un extraño lenguaje cuyo parentesco con el antiguo etrusco quedó rápidamente
demostrada.
Tal
extraordinario hallazgo llevó rápidamente a que los lugareños -y luego se
sumaron periodistas de todo el orbe- divulgaran las llamadas “profecías del pescado muerto” cuya
exactitud sorprendió dando lugar a todo tipo de festejos y artículos de los médiums
y demás creyentes en las habilidades proféticas que –dicen ellos- han quedado
ampliamente ejemplificadas y demostradas a lo largo de la historia.
Vistas
las dificultades de traducción de una escritura tan antigua –realizada por una
persona de un pueblo cuya cultura era tan ajena a la nuestra- el vuelco de los “dichos
del pescado muerto" al español no es tarea sencilla así que daremos los
significados más probables y -entre guiones- añadiremos otros sentidos posibles.
Del
estudio de los eruditos en dialecto etrusco medio, surgió que en el texto
hallado se mencionaba que: “una ciudad -o pueblo
o región o sitio de pasturas o encuentro de caminos- sufriría el asentamiento
-o invasión o estancia corta o
invernada- de una a entidad -o peste
o plaga o pestilencia o enfermedad contagiosa o emanación putrefacta- cuyos
efectos sobre la salud serían –en lo
mediato o inmediato o en el largo plazo- deleznables -o humillantes, sucios, desagradables o mortíferos- en un sitio
cercano a montañas –o sierras o
elevaciones o cordilleras- y no lejos del mar –o del océano o lago o río
grande o nevado- en un plazo que podría ser de meses, años o décadas o siglos”
De
tan amplia traducción, resultan “eventos predichos” en la profecía cosas tan diversas
como las siguientes:
-Al pie de las sierras bajas,
los cultivos de la ciudad de Carmona fueron atacados por un enorme enjambre de langostas.
-El verano en la ribera del
Río Grande fue insoportable por el hedor de las emanaciones sulfurosas que provocaron toses incontenibles en quienes las aspiraban.
Luego,
los creyentes pueden alabar las inmensas virtudes proféticas del “manuscrito
del pescado muerto” pues además de los ejemplos citados, bien se puede
corroborar que en el mismo se predijeron “con
abundancia de detalles y sin margen de error” cosas como:
-
El
tsunami que asoló a Japón
-
El
terremoto de Chile
-
La
invasión de cenizas volcánicas en el sur de la Argentina
-
Los
incendios de Libia producto de los bombardeos de la OTAN
-
…
¡Así
son todas las profecías! Ya sean las de Nostradamus o las del “pescado muerto”
siempre son ambigüedades que algún traductor o intérprete se ocupa de demostrar
que resultan acertadas descripciones de lo que efectivamente ocurrió, adivinadas
décadas o incluso siglos antes de que se produjeran los acontecimientos.
¿Cuántas
“profecías” creen ustedes que pueden obtenerse o deducirse de un mensaje con
tantas posibilidades en su traducción? ¿Un centenar? ¿Un millar? ¿Más aún?
¡Arriesguen!