domingo, 3 de abril de 2011

Tras un manto de neblina

El 2 de abril se conmemora en la Argentina el dia del Veterano y de los Caídos en la Guerra en Malvinas, conflicto ocurrido en 1982 cuando un fracasado, impotente e impopular gobierno militar argentino buscó relanzar su prestigio a través de una aventura militar en el sur del Atlántico invadiendo las islas Malvinas, una porción del territorio nacional en poder de Gran Bretaña desde principios del siglo XIX.

La derrota de las fuerzas argentinas fue total y la breve guerra causó centenares de víctimas fatales -en su gran mayoría soldados argentinos- y tuvo consecuencias políticas: El triunvirato militar de turno tuvo que dejar el  poder -hubo elecciones en 1983- y Margaret Thatcher fue re-electa.

Lamentable historia sin duda más relacionada con los mezquinos intereses de los gobernantes que con el interés de los pueblos.

Ahora sorprende la noticia de que grupos de excombatientes -tanto ingleses como argentinos- han solicitado que el monte Longdon en la isla Soledad -un sector en el que se combatió ferozmente- sea declarado “sagrado”.

La intención es que los argentinos puedan dejar cruces y placas recordatorias en honor a los camaradas de armas que murieron en ese lugar e imitando a la placa ya colocada por veteranos de guerra ingleses en la que se recuerda a los muertos de ambos bandos y se pide que “Dios los acompañe y los proteja” y también pide una bendición de “Dios” para “ellos” y “sus familias”.

Nunca entenderé en que consistió la “protección del todopoderoso” desde el punto de vista de quienes murieron lejos de su hogar en una guerra absurda, ni cual es el acompañamiento posterior que el omnipotente hace a las familias dolientes y a los cadáveres … ¡allá ellos con su fe y sus alabanzas!

Lo que me parece un regalo innecesario -solo útil para aumentar la confusión general- es la pretensión de “sacralizar” las muertes, convirtiendo así lo sucedido en una cuestión de culto cuando es lo más profano y reiterado que existe: Un  despliegue de ambiciones humanas, de luchas por el poder y de sociedades que llevan a sus jóvenes a muertes innecesarias e inútiles.

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